¡MUERTA! ¡AL INFIERNO LATINO!¡

Los polvos mágicos de mi varita para encontrar el amor se habían agotado. Sólo me quedaban de los otro polvos no tan mágicos pero que tanían su gracia. Lo bueno de abandonar esta etapa es la sensación de calma y aceptación digna de la bella durmiente en pleno estadio REM.


An y yo terminamos aceptando que nuestra amistad se había extinto. Todo se complicó con cariño y ternura. Curioso cómo algo que empezó siendo atracción física se convirtió en algo más importante por una negativa que me hizo sentir importante para él a otro nivel. La creencia de que le importaba a un nivel mayor, hizo que mi propia percepción de él cambiara, pasó de ser simple deseo físico y pasional a un sentimiento romántico. Llegados a ese punto ya no había marcha atrás. La inocencia de Ariel había evolucionado a inteligencia  nivel Úrsula y estaba decidida  a salir para liarla parda.

Era hora de volver a conocer ranas y lo que era más importante, divertirme con ellas sin besar a ninguna. Estoy cansada de princesos con armadura de papel de aluminio y de la construcción de castillos por fascículos.

Había decidido ser Pocahontas, lo que yo, usaría coche y rojo para labios y uñas. Libre para poder ir donde me llevara el viento.

Y últimamente el viento siempre me llevaba a la misma parada. Era la línea amarilla. Empezaba en fantasía y tenía para en: 
la zona del castillo, la laguna de las ilusiones ,el pozo de los deseos y la últimas parada "el infierno latino".

Lugar de despiporre máximo. "
The kingdom of the Cuban devil". Allí donde los masajes era de aceite caiente, las duchas infinitas y los orificios divertidos siempre estaban ocupados.

Lo había decidido, pasaría unas largas y calurosas vacaciones en esta parada. Nada de preocupaciones, autopresiones o autoconvecimiento de pócimas de amor prometedoras. ¡Fuera complejos de princesa! Había hasta decidido cerrar la oficiba de urbanismo para castillos una larga temporada. Y la oficina la custodiaría el dragón de implacable de la racionalidad.

Porque estaba claro. Era una persona mental, y me encaprichaba de forma mental. Me he tirado toda la vida luchando contra el craken de mis sentimientos en plena alta mar en vez pasar e irme con Obelix a comer jabalí.

Al igual que Obelix, yo también había tenido siempre el poder de la pócima mágica del druida en las venas, pero no sabía cómo se usaba, hasta ahora. Si no dejaba que mi cerebro generara pensamientos de autoconvecimiento románticos, no me enamoraría. Así de fácil.

El ejemplo de cómo Karla trataba con el sexo opuesto me había dejado más fascinada que el decubrimiento de la lámpara mágica para Aladín. Tenía que empezar a analizar mis pensamientos y combatirlos. Mi ya no princesa indefensa había recibido clases de lucha al profe de artes marciales de Fiona y se había hecho un master en Howards. Me había convertido en la típica bruja chunga, de peli chunga. Al fin al cabo, se me da bien levantada cosas sin tocarlas y los encantamientos de "levitate leviosa".

Mis palabras favoritas estaban siendo :- Sí, sí, ¿Y?. Ya ni me planteaba mi típica frase de "Somos demasiado diferentes para funcinar". Ahora me daba igual si me perdía la parte bonita. Es más si no la vivo es porque no me hace falta. La vida te trae las experiencias para aprender.

La gente no entiende que somos energía y al igual que un imán tiene una carga, nosotros también tenemos la nuestra. Y depende del magnético que tengamos, atraemos cosas distintas. Lo mejor de todo es que ahora soy consciente de que el magnetismo depende de mí misma y que lo podía cambiar.

¡Queremos marcha, marcha! Los animales de la peli Madagascar tenían la clave para aprender eso que siempre me había sido difícil para mí. Renunciar una parte de la dualidad. Cerebro le había dado la manzana envenenada de Blanacanieves a Corazón y este ya estaba ya fuera de juego.

Sin castillos,la oficina de urbanidmp cerrada, gafas de sol contra el brillo del papel de aluminio, la pócima mágica envenada y Corazón fuera de juego. Esto van a ser lad mejores vacaciones infernales que voy a vivir en mucho tiempo.

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