LA CUARTA BATALLA, UN EQUIPO

Es curiosos cómo el universo sigue mandándome señales. Esta vez ni me ha hecho falta el traductor. He escuchado alto y claro. Debía ser que había comprado un megáfono galáctico. 

Había terminado justo la entrada anterior "¿Qué parte de mí tiene razón?" . Y me predispuse a abrir una red social para conocer gente nueva. A menos momentos dedicados a Antonio más fácil sería desvincularme. Mis pensamientos tenían un poder muy potente para mí. Cuánto más pienso en algo más fuerte se vuelve dentro de mí y más me revuelve. A menos tiempo de pensamiento, menos importancia. 

Imagino dentro de mí a Cerebro y Corazón. En una versión animada de Comicaina. Ambos llevan en guerra muchos años.Creo que todo empezó después de la adolescencia, cuando a saber qué les propicionó la primera disputa. Desde entonces, han tenido muchas guerras, muchos periodos de tregua y hasta han sido amigos. Pero la vida siempre los terminaba enfrentando por un motivo o por otro. 

Yo era siempre el campo de batalla. La guerra en vigor era Antonio y ya íban por la cuarta batalla. Actualmente en pausa. Corazón estaba desalentado, porque no tenía con qué defenderse y menos con qué atacar. Al igual que Cerebro tenía pocas balas para disparar y a menos balas, menos conflicto. Mientras se mantenga la inactividad todo estaría bien

Y para mantenerla me puse a rellenar el perfil con datos más personalizados para esa red social. No había terminado cuando recibo una llamada. ¡Era Antonio!. Corazón saltó de su cama y corrió a toda prisa al arsenal. 

Me sorprendió, dos días sin saber de él y ..¡Tachán!. ¿Casualidad? Podría ser, pero si unía que acababa terminar la entrada, la apertura del perfil y su llamada. Era improbable que el 90% de los acontecimientos tomaran la misma dirección. 

-Acabo de salir de Ikea y pensaba en verte. ¿Te apetece?. Me preguntó. No tenía nada que perder, no había llegado el sábado, así que, ¿Por qué no? 

-Sí claro , ¿Dónde quedamos?. Respondí.

-Si quieres bajar, ya estoy aquí, al lado se tu casa. Respondió .

Me quedé sorprendida , me puse una camiseta mona, un pantalón corto, me rehice la coleta y así mismamente. Me sentía poderosa, pasara lo que pasase, yo estaba muy cómoda en mi piel. 

Me metí en el coche, no era un extraño para mí. Y por primera vez miraba los ojos de aquel que me había supuesto tanta marea revuelta para mí en el pasado. Durante los primeros momentos no podía parar de pensar. ¿Me gusta?. Venía vestido de ropa de trabajo, pero olía genial. El olor es de las cosas que más me llama de un hombre. Era extraño, normalmente nunca me he tenido que plantear si alguien me gustaba. Sentía agrado o rechazo, pero nunca algo tan ambiguo. Puede que me gustara pero algo de mí no quería aceptarlo. Evaluaba su tono de voz:dulce y casi calmado, podía aparentar, pero que no cubría del todo lo que él sentía. Y lo agradecí, no era la única jodida. Su físico: altura adecuada, constitución más ancha que la mía. Al menos no tendrías que alimentarme a lentejas tres meses para que tuviera pinta de hombre. No era nada dobre saliente. Aún así me preguntaba ¿Era de mi gusto?.

Estaba nerviosa, mucho. La razón no la entendía. Sentí que debía estar más desencantada que encantada. Pero los sentimientos eran mi perdición, los odiaba, hacían que mi mundo de paz mental se jodiera. El armamento caía del cielo, Corazón y Cerebro empezaban a armarse. Esto no era Esparta, de haberlo sido, hubiera ido mucho más fácil. 

Decidimos a tomar algo a la playa. Empezamos a hablar. El típico tema socorrido. ¿Qué tal te va la vida? Hablamos de :cómo estabamos, su trabajo, mi vida, lo que había cambiado en mi hábitos... Empecé a sentirle distinto. Compartíamos agudeza mental. Estaba cómoda, era capaz de seguirme en la mezcla de conversaciones. Sus expresiones al parecían naturales, sin filtros aparentes y ningún comentario contradictorio. Todo parecía en orden, sin conspiraciones de ningún tipo. Corazón y Cerebro estaban en las trincheras preparando la estrategia de batalla.

Era la hora de cenar y hacía frío. Pasamos de la terraza exterior al interior del restaurante. Las vistas eran increíbles. Nos pudimos de acuerdo con lo que pedir compartíamos gustos. Menos la piña. La piña era de esas cosas que dividen el mundo en dos. Pizza con o sin piña. Eso sí nos unia el picante y el aceite de oliva en la pizza. Los detalles para mí son importantes, sentir que eramos parecidos, que percibíamos igual y compartíamos gustos similares era importante. Al menos me hacía estar más tranquila.

Trás cenar, estaba más tranquila. No le sentía como un extraño. A pesar que había decidido tenerlo lo más lejos posible. -¡Precaución!, gritaba Corazón. Parecía que la cosa fluía, encontra como siempre de mis deseos racionales. 

Después fuimos al coche. Empezamos a hablar del pasado. De lo qué yo sentí cuando dejé de comunicarme con él en cuarentena. De qué no compartía su actitud cuando terminé con Alejandro, aunque la comprendía. Me pidió perdón. No me lo esperaba. - Te pido disculpas, te dije cosas muy duras y lo lamentó no te lo merecías. Estaba enfadado. Me dijo pesumbrado. Le perdoné, entenía el por qué, aunque no compartía su forma de hacer las cosas. Porque creo que el enfado viene de una falta de gestión de tí mismo. En la mejor versión de Marta Salvat, sería un buen momento para mirase el espejo directo o indirecto. Para ver por qué esa situación te desestabiliza tanto en vez de comprenderla y aceptarla porque no proviene de ti. 

Cuando yo me enfado, normalmente es conmigo misma. Normalmente porque no me hago caso, a pesar se que sabía que estaba equivocada. Pero está vez estaba segura que aunque así fuese, merecería la pena. Las ganabas mandaban. Si iba a ser emocional, tengo que cargar con lo que me pueda pasar. 

Después de pedirme disculpas, empecé a descartar que quisiera vengarse. Pero como lo que tengo en la cabeza lo tengo en la boca, se lo dije directamente. - Pensé que volvías a vengarte. A que me ilusionara y luego saltar todo por los aires. Le dije con franqueza. Se quedó sorprendido, no se lo esperaba. Me argumentó que no era rencoroso, lo cuál no me coincidía con las actitudes del pasado, pero todo el mundo tenía derecho de aprender y pedir perdón.

Una vez aclarado el pasado, pasamos al presente. Él tenía ganas, recuría una y otra vez al presente. Hasta que por fin llegamos a él. - Yo quiero conocerte, quedar contigo he ir viendo qué ocurre. Dijo calmado y afectuoso. Me dejó helada. Contra más seguro se sentía él, más insegura me sentía yo. -¡Es el mierdo! Gritaron Corazón y Cerebro al unísono. Era un enemigo común y ancestral. Y ya se sabe... el enemigo de mi enemigo, es mi amigo.

Yo ¿Insegura? Es que ni me parecía posible y más ante la actitud de otro ajeno a mí. Puedo afirmar incluso que estaba ansiosa. Mi actitud corporal no podía estar más cruzada, sentía como mi cuerpo estaba nervioso, no me gustaba nada sentirme así. Y cuanto más sincero y más tranquilo parecía estar, peor estaba yo. 

Cada vez, ese momento del primer contacto estaba más cerca y yo aún ni siquiera sabía si quería que sucediese. No es como otras veces que ocurre o se lanzan y ya. Quería estar segura de que estaría cómoda al recibirlo.- Y si...Dijo Cerebro. 

Los "y sis" son lo peor que hay. En cuanto aparece uno se multiplica y todo se complica. Mis "y sis" eran como los Gremlins de lo 80'. Se multiplican con facilidad y empeoran la situación rápidamente. Cerebro y Corazón estaban rodeados de Gremlins chungos.

Los Gremlins y el Miedo juntos. Esta batalla iba a ser épica. ¿Lo que me da miedo es tocarlo y sentir que me encanta y no poder desvincular mi mente de él? Sabía que una vez llegase al lado blandito, todo se complicaría. El Miedo por el norte y los Gremlins por el sur. Corazón y Cerebro estaban rodeados en todas direcciones. 

No quería entusiasmarme de nuevo y no poder pensar de forma racional. No tenía ganas de empezar a gestionar de nuevo un mundo como el que viví con Alejandro. No tenía ganas de separar a Corazón y Cerebro. Sólo quería fluir. 

Y llegó el primer beso. Me encantó, no esperaba que besara tan bien, al contrario, presentí que no me gustaría, me equivoqué. Lo peor fue justo después, me dieron ganas de llorar. ¿Pero qué me pasaba? ¿Y esto? Menos mal que me pude autoregular, aunque me costó más que de costumbre. Uno de los Gremlins había pasado las defensas de Cerebro y había herido a Corazón , menos mal que Cerebro era un gran médico. 

Para no llorar había aprendido a acelerarme por dentro, eso me quitaba las ganas de llorar. Y menos mal, porque a ver cómo le iba a explicar por qué su beso me hacía llorar. Hubiera sido incomodó para él y para mí.

Todo esto, empezó después de mi última relación seria con Afran. Esa relación dejó mi ego de mujer a la altura de un liliputiense. Hasta que conocí a Alcorac. Los dos habíamos perdido nuestra capacidad de atracción sexual y eso nos unió muchísimo. El fin de semana que vino, ya que era de otra provincia, fue uno de los mejores momentos que he vivido en mi vida. Y ahí comprendí que yo, vivía a base de cariño. 

Desde entonces, cada vez que alguien me daba cariño, lo sentía puro, y yo no tenía defensas hacia esa persona,porque me fiaba, sus muestras de cariño entraban hasta lo más profundo de mí curando aquello que no estaba bien. Eso me daban ganas de llorar. ¿Era esa la razón? ¿Era ilusión? O, la peor de todas ¿Era simplemente miedo?. Sólo sé que me hacía sentir débil y yo no confiaba en él .

Después de eso me abrazó y me volvió a besar y las ganas volvieron. Esa vez me costó mucho aguantarlas. Y después de la tercera algo pasó que con el siguiente beso no volvieron. Me sentí aliviada. Ya dentro de mi Cerebro había vaciado su tercer cargador contra los enemigos y Corazón había sobrevivido a las heridas. 

Él lo tenía todo muy claro, cuanto más claro él ,más oscuro yo. Pero algo tenía decidido y es que quería ver el final de la historia.

Una vez en casa me puse a escribir a toda prisa. Los sentimientos recientes son los mejores para verse a uno mismo. La conclusión era clara, todo era miedo a implicarme emocionalmente.

Una de las cosas que me resultó curiosa fue el tema de Alejandro. Antonio no preguntó nada respecto a Alejandro. O bien no le interesaba o bien prefería voluntariamente ser un ignorante feliz. Seguro que yo en su caso no hubiera sido capaz de preguntar y recibir esa información.

Ahora tengo que ser práctica. Tengo que ver esto cómo una oportunidad para aprender a gestionar y a regular. Cerebro había contenido la batalla, Corazón estaba recuperándose de las heridas. Lo que ambos sí sabían, es que no había terminado. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

DEL ESTRÉS AL SEXO

¡MUERTA! ¡AL INFIERNO LATINO!¡

¿POR QUÉ SOY ASÍ?